«La reflexión filosófica no se extiende al contenido total de la conciencia humana. No se dirige sólo a los objetos prácticos, a los valores y a las virtudes, sino también al conocimiento científico. La actividad del hombre de ciencia y del poeta se tornan por igual en objeto de reflexión filosófica.»
Johannes Hessen
En artículos anteriores se ha mencionado que la ciencia puede considerarse una extensión de la filosofía, es decir, de la filosofía surge la ciencia. Es imposible imaginar la ciencia sin la filosofía. En efecto, detrás de cada revolución científica existe una corriente de pensamiento influenciada por la situación política, cultural, religiosa y el conocimiento previo existente; o, como lo define Thomas Kuhn, paradigma. Es entonces, cuando un explorador del pensamiento descubre fallas en las teorías o corrientes contemporáneas, que ocurre la revolución, nacida de su razonamiento.

Para poder diferenciar definitivamente ciencia de filosofía basta mencionar el ingrediente extra que posee la ciencia. Este ingrediente por sí solo no significó el siguiente paso en la comprensión del universo, sino que representó el inicio de la separación de dos disciplinas que se desarrollan paralelamente y, de vez en cuando, entran en conflicto la una con la otra.
Epistemología, ontología y metafísica
Con gran probabilidad, los términos epísteme y ontología no han de ser enteramente desconocidos para personas afines a la ciencia en general. Estos términos son referidos en diversos artículos científicos y, en menor medida, de divulgación, cuando estos inducen ideas o enfoques novedosos para la resolución de problemas existentes.
Por otra parte, no es de extrañar que la metafísica no sea conocida por gran parte de la comunidad científica y del público en general. Este desconocimiento puede incluso llevar a las personas a pensar que se trata de un término que no es más que pura charlatanería, o bien un término para designar alguna suerte de misticismo. En resumen, para algunos pragmáticos —entre quienes estuve incluido alguna vez— el término metafísica podría incluso resultar grosero (en términos prácticos).
Ontología es la parte de la filosofía encargada del estudio del ser y lo que le es inherente; es una explicación sistemática de la realidad, es decir, la ontología se encarga de determinar qué hace a un perro ser un perro. Todo esto, claro está, debe estar consensuado por un grupo de personas que ha realizado de forma abstracta la conceptualización del mundo para representar un propósito específico.
La epistemología, derivada de la epísteme, es la rama de la filosofía centrada en el estudio del conocimiento científico, desde cómo se genera éste hasta cómo es validado. Cabe resaltar que, por si prevalecía la duda, este concepto encapsula a la ciencia dentro de él.

A grosso modo, la metafísica se ocupa de estudiar el ser del ente que, a diferencia de la ontología, estudia al todo como lo que es y no al individuo como parte del todo. De hecho, se sitúa el comienzo de la ontología en el fin de la metafísica, pues el ser es ser del ente en la medida en que a lo largo de esta historia no hay posibilidad de ir más allá. Estos conceptos ilustran una fracción del campo de estudio filosófico (que además no están incluidos en los intereses de la ciencia).
Habiendo mencionado una rama de la filosofía en donde se sitúa la ciencia como objeto de estudio, no es de extrañar que exista también un sistema que busque describir y analizar cómo funciona (la ciencia). A este sistema se le conoce como filosofía de la ciencia. Sin embargo, este término es complicado de definir, pues la filosofía es difícil de definir, pero ciertamente la relación entre las ciencias y la filosofía debe ser de interés para ambos: filósofos y científicos.
El objeto de estudio como diferenciador
Según las diversas revoluciones científicas, similar a la que tuvo la física en el siglo XVII debido a los descubrimientos y la filosofía de Isaac Newton (fue filósofo en el Trinity College de Cambridge), la filosofía fue separándose paulatinamente y diferenciándose de manera sustancial de otras disciplinas, sin que éstas abandonasen sus fundamentos filosóficos, como lo hizo, en este caso, la física. Entonces, podríamos decir que la principal diferencia entre la filosofía como tal y la ciencia es su objeto de estudio.
El caso de los átomos epicúreos
Epicuro (342 a. n. e. – 270 a. n. e.) intuyó que la conformación de los objetos terrenales debía consistir de átomos, sin embargo, esta deducción no esclarecía las diferencias habidas entre un par de conglomeraciones de átomos, es decir ¿cuándo un cúmulo de átomos forma una roca y cuándo un pedazo de pan?, ¿cuándo pueden llamarse de ese modo? Esta pregunta puede resultar trivial hoy en día, ya que podemos emplear argumentos químicos para hacer la diferenciación, cosa imposible hace dos milenios.
Sabemos que una roca son millones de moléculas cohesionadas una junto a otra gracias a los enlaces formados entre ellas; a su vez, estas moléculas están formadas por átomos (ya no los consideramos átomos epicúreos) de distintos elementos químicos. Los átomos, como ya sabemos, no son la estructura más pequeña concebible, hoy día sabemos que las partículas elementales son electrón, protón, neutrón, etcétera.

Ahora bien, dado que desconocemos la totalidad del zoológico de partículas subatómicas, imaginemos una partícula subatómica, llamémosla x; tal como la concibió Epicuro, la partícula x no está conformada por nada más que materia: en estricto sentido, es la porción mínima de materia. ¿Puede decirse, entonces, que la materia es la partícula x o una combinación de partículas también indivisibles? Si no, ¿qué es, pues, la materia? Esta pregunta ya no puede responderse con argumentos químicos, ni siquiera cuánticos. Pero la filosofía tiene una respuesta…
Filosofía para complementar la ciencia (y viceversa)
Un objeto de estudio focalizado y la aparición del registro sistemático de resultados, obtenidos tras poner a prueba hipótesis que explicasen los fenómenos físicos, permitió a la física separarse de la filosofía, la convirtió en un objeto tangible y otorgó, por fin, respuestas a preguntas que la filosofía no pudo responder durante toda su historia, tales como la estructura y composición del universo, idealizados por los filósofos antiguos. Es este mismo método el que permite dar conclusiones (pero ¿son todas ellas verdaderas?, ¿por qué?), al proporcionar información que puede ser contrastada por otros científicos en cualquier otro momento.
Por otra parte, la filosofía busca dar respuesta a preguntas que la ciencia no puede responder, por ser más extensa que ésta última; es decir, busca dar solución a cuestiones también metafísicas. Por tanto, podemos decir que: la física es la ciencia que se encarga de estudiar las propiedades de la materia y la energía, por medio de datos empíricos que les relacionan; paralelamente, el estudio ontológico de la materia y la energía es trabajo de la filosofía.
En artículos siguientes se hablará sobre cómo opera la filosofía de la ciencia en algunas de las prácticas más cuestionables dentro de la actividad científica, en un tiempo en el que ésta significaba un ideal materializado.
Glosario
- Epísteme. Saber construido metodológica y racionalmente, en oposición a opiniones carentes de fundamento.
Referencias
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- Johannes Hessen. Teoría del conocimiento, 12ma ed. Losada, 1974.
- Mario Bunge. Epistemología. Curso de actualización, 3ra ed. Siglo XXI Editores, 2002.
- Ricardo Guerra. Ontología y metafísica. Facultad de Filosofía y Letras-UNAM, 1996.
- Alex Rosenberg. Philosophy of Science. Routledge, 2005.
- Malcolm Forster. An Introduction to Philosophy of Science. 2004.
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