
Los doctores son unas de las personas más sensacionales del mundo. Algunos no sólo ven por tu salud, además te regalan paletas; otros logran llegar a tener prestigio y distinción gracias a investigaciones y descubrimientos que revolucionan la ciencia médica. Y luego está Josef Rudolf Mengele (1911-1979).
La Segunda Guerra Mundial fue un conflicto bélico cuyas proporciones llevaron a la conformación de una alianza de varias (y variadas) naciones cuyo propósito común era detener los sueños de uno de los hombres de más infame proceder a lo largo de la historia conocida: Adolf Hitler, líder del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán o Partido Nazi. El archifamoso Mengele fue uno de sus adeptos.
Josef tuvo la buena fortuna de su lado desde su nacimiento: hijo de industriales en Baviera, dedicó su vida al estudio y el conocimiento. Con el paso del tiempo, la ambición de Josef se vio exacerbada por la presencia y la fuerza de voluntad de Hitler, sus ideales del país perfecto, poblado por una población superior, la aria, que debía ser celosamente cuidada.
Cabe mencionar que Alemania había sufrido mucho a causa de la Primera Guerra Mundial y el castigo dictaminado al país mediante el arbitrario Tratado de Versalles. Hitler supo aprovechar el resentimiento y la desesperación de un pueblo sometido a una de las peores crisis enfrentadas por potencias de su talla. Entre los alemanes a quienes la filosofía nazi sedujo se encontraba el joven médico.
Josef tuvo que ir contra la corriente para ser aceptado por el régimen nazi. Y esto terminó impresionando mucho a Adolf. Cuando se buscó en la historia del árbol genealógico de Josef y se cercioró de la naturaleza aria de sus antepasados, el hombre de ciencia pudo ser parte del régimen. Con dedicación, y siempre puestos los ojos en su ambición de poder, logró ser parte del círculo cercano del fürer.
Hitler, canciller alemán, dirigente máximo de una nación que había dado su primer paso a la expansión y conquista del mundo al atacar y dominar Polonia en 1937, dio cobijo a las inhumanas actividades del ambicioso Mengele. Como médico y oficial de alto rango, viajó a varios campos de concentración… y fue en ellos donde verdaderamente la fama del doctor Mengele fue registrada.

Josef no había ido a tratar enfermedades: ¿por qué unas desdichadas almas que no tenían valor alguno habrían de tener acceso a sus conocimientos? Eran insignificantes, poco menos que animales de trabajo; el régimen los veía cual enemigos del progreso que llevaría a los verdaderos dueños de mundo, los nazis, a su legítimo lugar. Y fue justo esa sed de triunfo lo que llevó a fijarse en las posibilidades de usar a personas para experimentos que traerían la ventaja a la Alemania Nazi sobre el resto de quienes no debían ser parte del nuevo mundo que Adolf había prometido.
Los crueles experimentos de Josef
El método científico propone que todo camino a la verdad debe de partir de supuestos o preguntas que son conocidos como hipótesis. Estas hipótesis, mediante experimentación y la aplicación de teorías, llevan al descubrimiento de la verdad. Pero en el caso de Josef, su obsesión con las ideas de superioridad aria hizo que la mente del buen doctor pusiera a disposición de tales lineamientos la ciencia y la tecnología.
Los experimentos que el científico llevó a cabo son dignos de una escena de la La Divina Comedia y han sido de los más extremos que alguna vez hayan existido; se centraban en la obsesión por llevar el cuerpo humano a cambios evolutivos forzados:
- colocar a víctimas en situaciones de simulación de supervivencia en altitudes extremas y en cámaras de baja presión;
- su extraña fijación con los siameses llevó a la creación quirúrgica, se cosieron niños en pares para analizar su progreso como siameses y en los procesos se mató a varios por infecciones mortales;
- con gemelos, inyectaba químicos para cambiarles el color de los ojos a un tono azul;
- estudió la infección de la fiebre tifoidea en los prisioneros de guerra.
Y así otros más. Al término de la guerra, Mengele fue uno de los criminales del conflicto que lograron escapar. Fue perseguido por años para ser capturado y enjuiciado. Encontró su final en 1979 en América Latina, ahogado en el mar.
La importancia de Josef Mengele en la historia nos muestra un capítulo muy oscuro del siglo XX, donde la ciencia fue desvirtuada para fines de dominación mundial. Los horrores de la ciencia bien pueden considerar a Mengele como uno de sus epítomes. La fama mal adquirida de Josef Mengele nos hace pensar cómo un hombre cuya máxima debía ser la preservación y el cuidado de la vida humana cambió radicalmente para unirse a la lista de nombres a los que nadie dará homenaje.