Filosofía y ciencia I: origen

Desde la adquisición de la conciencia, la humanidad ha buscado justificar tanto el porqué de su entorno como el origen de éste y el suyo propio. Las creencias antiguas y religiosas, algunas aún presentes en nuestros días, están cimentadas fuertemente en una lógica causal, donde todo fenómeno natural perceptible al ojo humano tiene una razón de ser según sus mitologías y dogmas. Tales narraciones, no obstante su riqueza cultural e histórica y pese a sus semejanzas, difieren de una civilización a otra, a veces de manera sustancial.

Surge entonces la necesidad, en un contexto universal, de crear un marco de referencia común en el cual, sin importar las creencias de los individuos involucrados en la búsqueda de la verdad, hubiera un entendimiento mutuo. Debido al fracaso de las religiones al intentar explicar el mundo mediante sus narraciones, surgió, en un nuevo intento de alcanzar la verdad, una alternativa para lograr este objetivo. Hacia el siglo VI antes de nuestra era, dicha nueva herramienta fue nombrada por los antiguos griegos como filosofía.

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Pitágoras de Samos, 569 a 475 (antes de nuestra era). Imagen: internet.

A este grupo de pensadores se les conoce ahora como filósofos presocráticos, porque las manifestaciones de su pensamiento no estaban influidas por Sócrates. Fueron los primeros en hacerse preguntas que la mitología no podía responder, o al menos no satisfactoriamente según su criterio. Uno de los más populares es Pitágoras (de Samos), el filósofo y matemático fundador de la escuela pitagórica, que trascendía los fines académicos; además de ser referente por sus teorías filosóficas y matemáticas, pasó a la historia por una característica muy poco común en la época: aceptaba a hombres y mujeres por igual.

El interés de los presocráticos se centró en la naturaleza (fisis) y el principio de las cosas (arjé). Para definir qué es la naturaleza y, posteriormente, cómo funciona ésta, primero era necesario dar con el origen de la materia, aquello presente en la conformación de todo y capaz de adquirir una naturaleza; la generación espontánea era aberrante para el pensamiento griego de la época, pues su razonamiento los llevaba a concluir que todo tiene un origen a partir del cual se generan las cosas.

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Demócrito, 460 a 370 (antes de nuestra era). Fuente: internet.

La palabra y la noción del átomo (algo indivisible) ejemplifica esta idea, porque imposibilita la existencia de seres u objetos completos que carezcan de un proceso previo de construcción —¿y de dónde surge el átomo!—. Demócrito, filósofo y matemático, razonó que si se comenzase a dividir porciones de materia arbitrariamente, se llegaría a un punto en que no se podría continuar realizando ese proceso, y el resultado obtenido en ese punto sería el átomo, la unidad fundamental de la materia.

La razón junta a los hombres que lo irracional divide.

 

Albert Camus (El hombre rebelde, 1951)

Con base en el uso de la razón, los filósofos intentaron llegar a la verdad, expandieron su conocimiento del ser y del mundo más allá de lo que permitían las restricciones religiosas, descubriendo así misterios imposibles de fundamentar con mitos, a partir de un conjunto de axiomas iniciales, y especularon sobre la composición de las cosas, incluido el universo. Sin embargo, una de las más grandes fallas en la filosofía antigua fue la arbitrariedad en la elección de estos axiomas, aun si el razonamiento seguido a partir de estos fuese correcto.

De nuevo se inmiscuían las creencias individuales. Ejemplo de ello era el modelo geocéntrico aristotélico: la Tierra en el centro del universo. Tenía sentido hablar de la rotación de los cuerpos celestes en torno a la Tierra, porque ésta permanece estática a los ojos del observador (que, de hecho, se mueve junto con ella) y los astros surcan de horizonte a horizonte, día tras día, los cielos y lo hacen precisamente en círculos. Pues es la tendencia al seguir una trayectoria circular (periodicidad), ¿cierto?

El modelo heliocéntrico se estandarizó por más de un milenio en el conocimiento del universo, por la sencilla razón de que contradecir a Aristóteles, quien junto a Platón y Sócrates es uno de los mayores referentes de la filosofía tanto occidental como universal, era contradecir a la razón misma.

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Modelo geocéntrico del universo. Imagen: internet.

La humanidad vivió un milenio de estancamiento intelectual colectivo, periodo mejor conocido como edad oscura u oscurantismo. Durante el Medievo, aproximadamente del siglo V al XV de nuestra era, la Iglesia católica, la cual compartía mucho del pensamiento aristotélico sobre el universo, condenaba y castigaba todo «acto herético» con el fin de conservar su dominio sobre una población doblegada a la cual le era negada la posibilidad de pensar distinto a lo estipulado por los oligarcas. Personas de ciencia se vieron obligadas a esconderse, retractarse o morir a causa de sus ideas contrarias a la fe católica.

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Sistema heliocéntrico copernicano.

A finales de esa edad oscura, una nueva corriente surgía de entre las sombras y fue traída a la luz por personajes como: Nicolás Copérnico, quien postuló el modelo heliocéntrico: el Sol en el centro del universo y los planetas girando alrededor de él; Galileo Galilei, acérrimo defensor de las ideas de Copérnico; o Johannes Kepler, quien derribó por fin el geocentrismo. Inconformes con el sistema imperante (al igual que los primeros filósofos occidentales rechazaron la religión como proveedora de toda la verdad), bizarramente se atrevieron a llevar sus pensamientos más allá de lo establecido. Eran los albores del periodo conocido como Renacimiento.

El pensamiento de estos personajes difería del de sus predecesores, añadían un nuevo ingrediente en la receta del razonamiento y la búsqueda de la verdad: evidencia. Con el uso de evidencia que avalase los hechos, no tendría por qué haber cabida para la ambigüedad. Empero, manifestaciones como las hasta aquí descritas son sólo es el inicio de lo que hoy conocemos como ciencia, en las siguientes partes de «Filosofía y ciencia» abordaremos la naturaleza de la ciencia, las diferencias entre ciencia y filosofía, entre otras cuestiones relativas a la filosofía de la ciencia.

 

Glosario

  • Causal. Que tiene un motivo relacionado a la causa que lo hace ser como es y comportarse como lo hace.
  • Causalidad. Relación entre la causa y el efecto.
  • Dogma. Pensamiento que se tiene por cierto en las religiones o doctrinas, que no puede ponerse en duda dentro de ese sistema.
  • Axioma. Principio básico, de innecesaria comprobación, a partir del cual se construyen  las teorías. Otras fuentes lo definen como verdad evidente que no requiere demostración.

 

Referencias

4 comentarios en “Filosofía y ciencia I: origen

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