Ya llegaron las épocas navideñas, ¡podemos olerlo! Sin duda alguna, los aromatizantes de pino, manzana-canela, e incluso madera, siempre son asociados con las épocas navideñas. ¿Sabes realmente por qué?
Un estudio de la universidad de Rockefeller (Nueva York) reveló en 1999 que los seres humanos recordamos sólo en 5% de lo que vemos, el 2% de lo que escuchamos, el 1% de lo que tocamos y el 35% de lo que olemos. De acuerdo con Richard Axel y Linda Buck, premio nobel de medicina en 2004, en nuestra memoria podemos retener hasta 10,000 aromas distintos, una cifra impresionante tomando en cuenta que sólo podemos reconocer 200 colores.
Es normal asociar ciertos olores con la Navidad. Cuando hueles los aromatizantes de pino realmente lo que está sucediendo es que estás recordando, tal vez, aquella vez que saliste con tu familia a encontrar el pino perfecto entre tantos. O cuando llega a ti ese aroma a manzana–canela recuerdas ese olor que salía del horno cuando tu abuelita cocinaba.
Cuando se detecta un olor, las neuronas olfativas, localizadas en la parte superior de la nariz, generan un impuso que es transportando al cerebro a través del nervio olfativo. La parte del cerebro a la que este impulso llega se llama bulbo olfativo. Procesa la señal y pasa la información sobre el olor a otras áreas que se encuentran conectadas a él que, en conjunto, las conocemos como el sistema límbico.
El sistema límbico está formado por partes del tálamo, hipotálamo, hipocampo, amígdala cerebral, cuerpo calloso, septo y se encarga, entre otras cosas, de las emociones, recuerdos, estados de ánimo, comportamiento y sentimientos. De hecho, se habla de él como una parte primitiva del cerebro ya que las mismas estructuras estaban presentes en los primeros mamíferos.
Hay momentos, a mí me pasa todo el tiempo, en los que hueles algo y un recuerdo lejana, que ni siquiera tenías presente que estaba ahí, vuelve a ti de una manera muy vívida. Al aprender sobre el sistema límbico, podemos comprender que el bulbo olfativo está conectado directamente a la amígdala y al hipocampo, lo que puede explicar que se detonen memorias detalladas o emociones intensas.
Nuestro olfato juega, claramente, una parte importante en la psicología porque, además de ser una de las cinco maneras con las cuales nos comunicamos con el mundo, su pérdida puede tener un impacto verdaderamente profundo. La anosmia, pérdida del olfato, es algo que, aunque no es tan común puede representar un verdadero obstáculo para las personas que viven con ello. Se ha hablado, recurrentemente de cómo estas personas se llegan a sentir aisladas y ajenas al mundo que los rodea.
¿Te imaginas no poder oler la Navidad? ¡No se lo deseamos a nadie! Cuéntanos ¿para ti a qué huele la Navidad? ¡Te leemos!
– A. Ivana Arbeláez Pantoja