Hacia junio de 2016 el portal IFL Science publica la nota titulada Marijuana Contains “Alien DNA” From Outside Of Our Solar System, NASA Confirms (La mariguana contiene ADN alienígena del exterior del sistema solar, la NASA lo confirma). Más de 140 mil personas comparten la publicación sin percatarse que el artículo versaba sobre la práctica de compartir o puntuar publicaciones sin leerlas.
Un ensayo como el anterior no se trata de un ejercicio aislado, sino que surge como respuesta de un comportamiento generalizado del público actual. A este y otros desafíos se debe enfrentar la divulgación en la época contemporánea, una donde la imagen y las apariencias se elevan por sobre los contenidos y los entendimientos, haciendo caer a la labor divulgativa en el sensacionalismo y la banalidad.
La era del espectáculo
Vivimos en la llamada era de la información, la cual se desborda sobre nosotros por su interfaz predilecta: las pantallas. No es de sorprender entonces que los contenidos busquen valerse de este poder audiovisual para capturar a su audiencia. La palabra escrita no se puede quedar atrás en esta carrera, volcándose a recursos como los hablados en la introducción.
Escándalos de celebridades, circos mediáticos y debates políticos con la única finalidad de alimentar los memes y la polémica son el tipo de contenidos que la gente consume todos los días. No es de extrañar entonces que en este contexto los científicos aparezcan en coloridos escenarios intentando participar en esta tumultuosa búsqueda por permanecer relevantes.

De esta manera, los contenidos científicos o divulgativos no se salvan de caer en el sensacionalismo. El discurso científico habrá de sufrir una transformación para adaptarse a los nuevos canales y audiencias.
La superficialidad online
En la era actual, la divulgación científica intenta aprovecharse del medio por antonomasia: Internet. Sin embargo, el alcance, inmediatez y pluralidad de la red se han visto opacados por la naturaleza superficial de las interacciones online.
Como ya se apuntó al inicio de esta columna, el problema de la no lectura es serio y recurrente en las redes sociales. De acuerdo a un homónimo artículo de la revista Forbes, el 59% de todos los enlaces compartidos en redes sociales nunca fueron abiertos. De aquí podemos concluir como el poder del encabezado y la imagen pueden ser suficientes para ganar la simpatía de los usuarios. Esto no es nada sorpresivo en una sociedad en busca del estímulo inmediato, lo accesible y desechable mientras scrollea en un mar de contenido que parece no tener fin.

No resulta tampoco sorpresiva la proliferación de notas pseudocientíficas del tipo «Estudio científico revela que los que no hacen la tarea son más inteligentes».Queda claro que el próposito es buscar que los usuarios se sientan aludidos y extender su viralidad. Aquí cabe destacar que la responsabilidad del fenómeno no recae solamente en usuarios y creadores de contenido; ésta también recae en las plataformas al premiar este tipo de publicaciones, volviéndolas más y más accesibles. Si esta en la boca de muchos, debe estar en la boca de más, sin distinciones de calidad o veracidad.
A la vez que resulta importante la apariencia de la nota que se comparte, también lo es la imagen que el usuario proyecta al hacerlo. La acción de compartir o dar me gusta a digamos, la nota de un científico que afirma que un embrión no es una persona, no se suele tratar de una invitación a la documentación y la argumentación, es una declaración de postura. Notamos también que los discursos científicos y/o pseudocientíficos (cada vez más díficiles de distinguir en esta trivialización) se emplean para fundar o desprestigiar la ideología de turno.
Banalización y trivialización
Una respuesta para lograr que el discurso científico permee en la sociedad es el de la banalización, esto es, sobresimplificar los contenidos en pos de transmitir la idea con mayor facilidad. El problema surge claro, cuando las formas han distorsionado el mensaje que se quería transmitir. El conocimiento científico corre entonces el riesgo de volverse una simple caricatura, un chiste o una malinterpretación de su significado original, propiciando en muchos casos las proliferación de falacias de todo tipo.
Resulta bastante popular citar las palabras de Einstein al momento de abordar el tema de la divulgación científica:
Si no lo puedes explicar de manera simple, no lo entiendes bien.
Albert Einstein

Por otro lado también fue Einstein quién, al recibir la solicitud de explicar la Teoría de la Relatividad por parte de un periodista, declaró:
Primero explíqueme como cocinar un huevo. Tenga en cuenta que no tengo idea de que es una estufa, un sartén o un huevo.
¿Con cúal mensaje de este ílustre hombre nos debemos quedar? Desde luego, aceptar uno u otro es más sencillo que abordar una realidad díficil de interpretar.
No pretendo minimizar el esfuerzo por la divulgación. Se debe adaptar el discurso para volverlo atractivo y entendible para distintas clases de públicos. Balancear la sencillez contra la imprecisión es una labor complicada pero que en efecto puede ser muy acertada y poderosa.
Ante esta situación, mi ultima objeción deviene de la segunda faceta del fenómeno del espectáculo: el espectador.
El aprendizaje de la ciencia y el entendimiento de la naturaleza difícilmente se pueden conseguir obrando como meros espectadores, detrás de ella siempre debe ir una labor de reflexión e interiorización que nadie más puede hacer por uno.
En mi visión más íntima, esto es precisamente una de las cualidades que enaltece a la ciencia y al pensamiento humano; así como muchas otras cosas en la vida, esta tiene un valor agregado porque demanda algo de tí.
Hola. Es posible y ético vivir comercialmente de la divulgacion? Piensa en todos esos yotubers…. O solo se puede hacer buena divulgación si es financiada »si fines de lucro»????
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Hola.
Respuesta Corta: Es posible y podría coincidir con una ética profesional y personal, pero la dinámica de mercado lo dificulta.
Es posible? Me parece que tu mismo has dado un ejemplo, y seguramente hay más casos en que lo es.
Es ético? Me parece que la propuesta es precisamente críticar o desarollar la ética que debería estar alrededor.
Si se piensa en la actividad científica, como un empleo, o profesión más, entonces se desarrolla su ética basándose sobre todo en las leyes que el mercado le imponga. Ahora, porque el mercado le permite, a algunos, vivir de eso? Lo hace en tanto sea al mismo tiempo un entretenimiento, no por virtud ni validez del discurso.
La dinámica de mercado y redes premia más ciertos tipos de contenidos que otros. En cualquier otra actividad, caer en el sensacionalismo podría ser simplemente visto como una falta a la ética personal. En el caso de la ciencia es más fuerte, porque caer en la imprecisión y la charlatanería viola las fundaciones mismas de la ciencia en tanto se supone que produce un conocimiento objetivo y verificable.
Dicho todo esto, es posible crear contenido que no viole estas máximas (o algunas otras más personales), pero que le va a evitar a la competencia hacerlo en un intento de ganar la finita atención de la audiencia?
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