Nada que curar: La «ciencia» detrás de los esfuerzos para corregir la orientación sexual (parte I)

Era 1990, el mundo se enfrentaba a tensiones políticas, nuevas epidemias mortales y crisis sociales que no distan mucho de la realidad que vivimos en nuestros días. Por siglos, las personas de la comunidad LGBTTTIQ+ habían sido víctimas frecuentes de la patologización médica, habían sido obligados a recibir terapias que pretendían modificar sus identidades y se enfrentaban al nacimiento del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). Fue entonces que, un 19 de mayo de 1990, la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió retirar la homosexualidad de la clasificación internacional de enfermedades.

En este grupo de artículos repasaremos la historia y evolución de los esfuerzos para corregir la orientación sexual e identidad de género (Ecosig), analizando sus métodos y la repercusión que tuvieron en las vidas de sus usuarios.

De la Santa Inquisición al México novohispano: La hoguera de los afectos

Durante los primeros años de existencia de la Nueva España, la vida estaba regida por las complejas leyes eclesiásticas hechas cumplir mediante los tribunales del Santo Oficio. La Santa Inquisición condenó, persiguió y castigó un sinnúmero de actos relacionados con la sexualidad humana, siendo los afectos entre personas del mismo género un tema que no pasó exento de sus investigaciones. La Inquisición los denominó pecados nefandos y quienes los cometían eran condenados a muerte.

Entre los casos más importantes de la época destacó el de Juan Galindo de la Vega, también conocido como Cotita de la Encarnación, quien en 1617 fue acusado, junto con otros dieciocho hombres, de haber cometido el pecado nefando. Ante el Tribunal, los involucrados dieron cuenta de ciento veintitrés varones; mestizos, indios, negros, mulatos, castizos, moriscos, portugueses y españoles con los que habían estado relacionados. Al final, catorce sujetos fueron condenados a morir en la hoguera y uno más fue castigado mediante la aplicación de doscientos azotes y vendido a un mortero por seis años.

Se creaba de esta forma una cultura local de discriminación y miedo respecto al mantenimiento de relaciones afectivas con sujetos del mismo género y se introducía en el imaginario colectivo la idea de la homosexualidad como una conducta que, de llevarse a cabo, podía costar la vida.

La hipnosis de Albert von Schrenck-Notzing

El barón Albert von Schrenck-Notzing nació en Oldenburg, Alemania un 18 de mayo de 1862. Tras haber ingresado a la facultad de medicina de la universidad de Munich en 1883, se inició con interés en el tema del hipnotismo de la mano de Hippolyte Bernheim.

En 1888, obtuvo su título médico con una tesis sobre la aplicación terapéutica del hipnotismo en la curación de corea menor. Inspirado por los trabajos de von Krafft-Ebing en patología sexual y de Forel en hipnoterapia, inició su práctica privada, especializándose en el tratamiento de las entonces llamadas desviaciones sexuales.

En 1899, durante una conferencia sobre hipnosis y sin dar demasiados detalles, afirmó que tras cuarenta y cinco sesiones de hipnoterapia y algunas visitas a un burdel local había logrado corregir las conductas y deseos de un hombre homosexual. De esta forma, y sin saberlo en aquel momento, permitía el nacimiento de los esfuerzos para corregir la orientación sexual y la identidad de género.

Los experimentos de Steinach-Lichtenstern: El trasplante testicular

Eugen Steinach nació en 1861 en la ciudad de Hohenems. Tras estudiar en Ginebra, Viena e Innsbruck, dirigió uno de los primeros institutos de fisiología comparada. En 1912, fue nombrado jefe del Departamento de Fisiología del Instituto de Biología Experimental de la Academia Imperial de Ciencias y es considerado un pionero de la endocrinología.

En 1918, Steinach comenzó a trabajar con Robert Lichtenstern, un urólogo austriaco, en una investigación sobre la relación de las hormonas y la homosexualidad. Tiempo después, publicarían el artículo Conversión de la homosexualidad a través del intercambio de glándulas de la pubertad.

En su experimento, Lichtenstern reemplazó los testículos de hombres homosexuales por los terceros testículos no descendidos de hombres heterosexuales que se habían extirpado quirúrgicamente. Tras el trasplante, Steinach y Lichtenstern observaron que las tendencias sexuales del hombre homosexual habían sido sustituidas por tendencias heterosexuales, pese a lo cual su metodología de medición sobre dichas conductas nunca quedó aclarada y prevalece como uno de sus experimentos más controvertidos.

Los hombres del triángulo rosa

Prisionero identificado con el triángulo rosa. Vía: Faces of Auschwitz

Durante la Segunda Guerra Mundial muchos grupos fueron perseguidos por el régimen Nazi, entre ellos las personas homosexuales, quienes eran identificadas con un triángulo rosa que se colocaba en sus uniformes cuando eran enviados a los campos de concentración. El régimen nacionalsocialista encontraba en la homosexualidad un peligro para el mantenimiento de la raza aria, por lo que diseñó estrategias de erradicación y reeducación.

El 26 de junio de 1935, Hitler y sus hombres modificaron la Ley para la prevención de la descendencia con enfermedades hereditarias, estableciendo la castración como un procedimiento adecuado para llevarse a cabo en los casos de homosexualidad; pero era necesario el consentimiento de la persona inculpada. Esto cambió a finales de la década de los treinta, después de que Himmler, mano derecha de Hitler, hiciera una declaración. El oficial nazi afirmó que esa necesidad de consentimiento no estaba desafiada por nada, pues a las personas detenidas por causas de homosexualidad se les aseguraba una rápida puesta en libertad después de llevar a cabo la castración.

El historiador Heiz Heger, en su libro The men with the pink triangle: the true, life and death story of homosexuals in the nazi death camps  (Los hombres del triángulo rosa: la verdadera historia de vida y muerte de los homosexuales en los campos de exterminio nazis), recoge la historia de Friedrich-Paul von Groszheim, un hombre homosexual al que se le obligó a decidir entre la castración o ser encarcelado en el campo de concentración de Sachsenhausen. Tras elegir la castración, fue nuevamente capturado y enviado al campo de concentración de Neuengamme.

A la fecha, se desconoce cuántas personas fueron obligadas a sufrir esta operación durante los años de guerra. En un artículo de 1944, el psiquiatra Nikolaus Jensch encontró que en una muestra de seiscientas noventa y tres personas que habían sido víctimas de castración, doscientas ochenta y cuatro habían sido sentenciadas como homosexuales y obligadas a someterse a la operación cuando habían sido detenidas.

En la era de Hitler, la eugenesia dominó todos los aspectos del pensamiento en los países bajo el poderío del Tercer Reich y pocos escucharon las voces que se oponían a la castración. Estas voces la postulaban como un método inadecuado que no iba a hacer desaparecer los deseos sexuales por el mero hecho de la amputación del miembro. Además, consideraban preocupante este método, ya que no valoraba las posibles condiciones depresivas y otros efectos indeseables que podrían resultar de la irreversible mutilación.

En la siguiente parte: ¿Qué relación guardan Iván Pavlov y las terapias de aversión? ¿Qué es el DSM y como influyó en la vida de las personas de la comunidad LGBTTTIQ+ durante el siglo XX?

2 comentarios en “Nada que curar: La «ciencia» detrás de los esfuerzos para corregir la orientación sexual (parte I)

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