En esta ocasión hablaremos sobre la domesticación. Para ello comenzaremos entendiendo qué son la evolución y la selección natural, y cuál es su relación con la domesticación. Después veremos por qué el ser humano domestica, y cuáles son los patrones o rastros que deja dicho proceso (los síndromes de domesticación). Por último, hablaremos de algunos ejemplos muy conocidos de este milenario proceso. ¡Acompáñanos!
En biología, la evolución es cualquier cambio en los rasgos hereditarios (color del pelaje, tamaño de las alas, comportamiento sociable, etc) dentro de una población, a través de múltiples generaciones. Este cambio se genera gracias a la reproducción (sexual o asexual), o dicho de otra forma, gracias a la transferencia de las instrucciones de cómo armar un ser vivo: el ADN o Ácido Dexosirribonucléico.

El ADN es una molécula, que generalmente se representa como una escalera en forma de caracol. La cual se conforma de peldaños denominados bases nitrogenadas, estas a su vez se encuentran formadas por nucleótidos que son representados por un conjunto de letras A (Adenina), C (Citosina), G (Guanina), T (Timina). Cuando esta molécula se está replicando o copiando pueden ocurrir modificaciones en sus peldaños. A estas modificaciones se les conoce como mutaciones (Ver imagen 1) y pueden darse por la recombinación genética derivada de la reproducción sexual o por otros factores en organismos asexuales. Debido a ello, las instrucciones que indican qué características exactas debe tener el próximo individuo a crear, también se alteran. Con esto se generan cambios morfológicos, anatómicos, de comportamiento, etc.
Los cambios mencionados (mutaciones) ocurren por azar. Pero, si en condiciones ambientales, estas mutaciones resultan beneficiosas para el individuo (porque le ayudan a conseguir más alimento, mayores parejas reproductivas, etc.), entonces serán transmitidas a su descendencia. Con ello, su descendencia también resultará beneficiada (otra vez, más alimento, mayores parejas reproductivas, etc.), haciendo que las transfieran a las siguientes generaciones.
Gracias a esas características “beneficiosas”, las presiones ambientales, es decir la naturaleza, “seleccionará” a esos individuos para que continúen en la carrera de la supervivencia. A este proceso en el cual ciertos individuos sobreviven gracias a sus características, y otros de la misma población no lo hacen, se le conoce como Selección Natural. Dicho eso, ¿cuál es la relación entre la domesticación y lo anterior?
En biología se conoce como domesticación al proceso en el que una especie desarrolla o pierde ciertas características heredables por intervención del ser humano quien la adapta a las condiciones que él necesita. Como resultado de este proceso, el organismo domesticado suele presentar una fuerte dependencia al ser humano. Por ejemplo, algunas especies de plantas pierden la capacidad de reproducirse por ellas mismas, mientras que algunos animales domesticados no son capaces sobrevivir solos en la naturaleza. Es por estas modificaciones inducidas por el ser humano que a la domesticación también se le conoce como selección artificial o evolución por domesticación.

Como es fácil deducir, el ser humano domestica a las especies para satisfacer sus propias necesidades: alimento, refugio, abrigo, etc. Como resultado de esto, se genera algo conocido como síndromes de domesticación. Los síndromes de domesticación son una serie de características (anatómicas, de comportamiento, etc). presentes en las especies domesticadas que están íntimamente relacionadas con las necesidades específicas para las que se las modificó, y que no se encuentran en sus parientes silvestres o en sus ancestros. ¿¿Parientes silvestres?! ¿¿ancestros?! Vamos por pasos, y para eso revisemos algunos ejemplos.
Un pariente silvestre es una especie emparentada que vive en condiciones naturales, es decir, un primo salvaje o un abuelo feral :). Por otro lado, tenemos a las especies ancestro, que como su nombre lo indica son aquellas de donde provienen las variedades domesticadas, algo así como un tatara abuelo que vivía en la naturaleza. Ahora bien, por su grado de parentesco, en ocasiones las especies domesticadas pueden reproducirse con las silvestres y con los ancestros. El resultado serán especies híbridas con características de unas y otras (porque así opera la reproducción sexual). A veces, las características resultan beneficiosas para el ser humano, por ejemplo, especies más resistentes a enfermedades. Pero otras veces, resulta no tan conveniente, como especies con frutos más pequeños.

Otro punto interesante es que, a veces estos dos términos se juntan, es decir, una misma especie es el ancestro y el pariente silvestre. Uno ejemplo es el lobo (Canis lupus), el ancestro de los perros. En la actualidad, una de las hipótesis más apoyada es que la domesticación de esta especie comenzó con aquellos individuos más curiosos y dóciles que se acercaban a los grupos de humanos a robar los desechos de sus alimentos y podían digerirlos. Con el paso del tiempo, esos primeros humanos se dieron cuenta de que podían estar cerca de esos lobos. Después, quizás, descubrieron que era beneficioso tenerlos, no solo porque eliminaban los desechos, sino porque podían ahuyentar a otros animales. Aún se desconocen muchos detalles sobre la historia exacta de la transición del lobo al perro, pero la evidencia parece indicar que no estamos tan lejos de descifrarla.
Otro ejemplo de especie domesticada y pariente ancestral es el del maíz y el teocintle. El maíz actual (Zea mays) proviene de una especie de teocintle (Zea mays spp. parviglumis) originaría de México. Actualmente se conocen unas 220 variedades o razas de maíz en Latinoamérica, de ellas, 54 son nativas de México. Todas ellas producto de la domesticación del teocintle. Para explicar los síndromes de domesticación usaremos este ejemplo.

El ancestro del maíz es algo más parecido a un pasto (es miembro de la misma familia) que a una planta de maíz actual (ver imagen 4). En plantas cultivadas, uno de los síndromes de domesticación más comunes es el gigantismo. Esto significa que debido a la selección impuesta por el ser humano, la parte de la planta que más le interesa, en este caso la mazorca, aumenta mucho su tamaño. Otro síndrome bastante común es la pérdida o disminución de la defensa contra enemigos. Cuando una planta se encuentra bajo el cuidado del ser humano, que se encarga de ahuyentar a los bichos que se la comen, es más fácil y mejor que esa planta invierta la energía que ocupaba para defenderse en algo más, como tener mazorcas con mayor número de granos.
Otros de los síndromes comunes en especies cultivadas son la pérdida de mecanismos de dispersión, o la eliminación de la dormancia en las semillas. Pero, ¿qué pasa con los síndromes de domesticación en los animales? En ellos, algunos de los síndromes habituales son el aumento de la docilidad, cambio en la forma de las orejas, disminución en la pigmentación, mayor sociabilidad, entre otros. Con todo lo anterior puedes darte cuenta del complejo camino de la domesticación y puedes vislumbrar el porqué es un proceso que toma miles de años.
Esperamos que hayas disfrutado la lectura. Si quieres conocer más sobre la domesticación te invitamos a visitar los enlaces que te compartimos más abajo. Para más información sobre otros interesantes temas, síguenos en nuestras redes sociales y manténte al tanto de nuestros eventos en vivo. ¡Hasta la próxima!
Información complementaria:
2. https://biodiversidad.gob.mx/diversidad/evolucion-bajo-domesticacion/psilvestres-cultivosmx
4. https://www.biodiversidad.gob.mx/diversidad/alimentos/maices/razas-de-maiz
Muy interesante. Me sorprendió la fecha del conejo. Sólo 1500 años? Hubiera pensado más. Me acuerdo que mi abuelo tenía conejos… (Y gallinas!)
Saludos
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