Grete Hermann: Científica, Filósofa y Política

Cuando se habla sobre personas que han dominado varias disciplinas, usualmente se piensa en Aristóteles, Leonardo da Vinci, José Rizal e incluso el mismísimo Isaac Newton. Todos hombres capaces de enfocar sus esfuerzos y hambre de conocimiento más allá de las barreras de la especialización. Al reflexionar sobre ellos, uno inmediatamente se pregunta ¿qué hace a estos hombres tan capaces? Y el lector más despierto se preguntará la pregunta aún más importante ¿quienes son las mujeres de esta lista?

Profesora y doctora Grete Hermann, física, filósofa, educadora y matemática alemana.

Una de la más espléndidas representantes del lado femenino de la lista es la profesora doctora Grete Hermann (cuyos títulos añado a la usanza de su natal Alemania). Nacida justo al turno del siglo XX (1901) Hermann estudió en su natal Bremen y a los 20 años ya tenía una licencia para enseñar al nivel secundario en Alemania. Tuvo la oportunidad de estudiar bajo el ala de la emblemática Emmy Noether, una mujer cuyo talento matemático le valió el reconocimiento del mismísimo Albert Einstein y cuyo trabajo sigue hoy siendo uno de los más bellos matrimonios de física y matemáticas. A los 25 años Hermann terminó su doctorado especializándose en aplicaciones que ponían en práctica las ideas de su mentora en álgebra computacional (y que es aún la base para la construcción de algoritmos modernos).

Quizá su contribución más famosa (¡o infame!) a las ciencias es el haber descubierto un error en la lógica de John von Neumann, uno de los más famosos matemáticos de su tiempo. Durante la primera parte del siglo XX, cuándo la mecánica cuántica estaba en su infancia y el significado de su matemática en el aire, von Neumann publicó un artículo donde mostraba que era imposible que hubiera variables ocultas en la teoría cuántica.

El dilema era el siguiente: varios experimentos acababan de demostrar que partículas pequeñísimas, como el electrón, podían ser detectadas ya fuera por los cambios en la energía que experimentan cuando la luz los ilumina, o a través de su paso por campos magnéticos y pequeñas rendijas. El quid de la cuestión era la naturaleza de nuestra habilidad para obtener información de estos electrones a través de una teoría basada en probabilidades.

Por un lado Niels Bohr, físico danés, aseguraba que mientras pudiéramos hacer predicciones sobre el comportamiento de los electrones, no habría de preocuparse de nada más. En la otra esquina del ring, Albert Einstein no podía aceptar estas probabilidades, con su consecuencia lógica de transmisión instantánea de información, fuera todo lo que había. Fue aquí que la prueba matemática de von Neumann, cuyo trabajo era considerado infalible, parecía darle la victoria a Bohr.

Durante este tiempo, y con un doctorado en su haber, Hermann viajó para estudiar con el filósofo Leonard Nelson. Bajo su tutela (y trabajando como su asistente personal) Hermann ayudó al desarrollo de un sistema the ética científica construida a partir de axiomas que fueran tan rigurosos como la matemática de su tiempo, todo bajo el pensamiento de la escuela neo-Fresiana que su tutor guiaba.

Hermann mostró no sólo que la prueba presentada por von Neumann era incorrecta, sino que mostró exactamente donde estaba el error y presentó una forma de reestablecer el problema. Su trabajo es el vínculo histórico entre la concepción de Bohr sobre la interacciones de sistemas cuánticos y clásicos, y la presentación de Hugh Everett sobre la supuesta partición del universo en la teoría del multiverso cuántico.

Para nuestro infortunio, el trabajo de Hermann pasó desapercibido por la comunidad científica por casi 30 años, hasta que un trabajador del centro de investigación nuclear europeo (CERN) presentó un argumento similar, mas limitado, sobre la prueba de von Neumann, sólo para descubrir que ya había sido previamente expuesto y de una manera más completa por una alumna de Emmy Noether.

Para entonces, el desastre llegó a Alemania. Hermann emigró fuera de su país de origen hacia Dinamarca para escapar la persecución Nazi, que la buscaba por su participación en un grupo socialista juvenil. A la par de realizar sus estudios, Hermann llevaba un vida repleta de intensa actividad política que buscaba el bienestar de su país. En 1937 Hermann contrajo matrimonio, aunque se especula que fue únicamente para poder obtener la ciudadanía inglesa y poder participar en el frente de insurgencia anti-Nazi fuera del continente.

Terminada la segunda guerra mundial, Hermann volvió a Alemania e inmediatamente se divorció. Enfocó la mayor parte de su tiempo participando como miembro del Partido Social Democrático de Alemania y del Comité Alemán para el Desarrollo y la Educación. Su trabajo en educación, filosofía y política le valieron convertirse en la líder departamental del la Academia Filosófico-Política de Fráncfort, para después convertirse en su presidenta.

Grete Hermann durante su estancia en la Academia Filosófico-Política de Fráncfort.

En 1984, a los 83 años de una gran vida, Grete Hermann fallece en su natal Alemania, dejando un gran legado que expertos hoy encuentran cada vez más significativo en el desarrollo de la física, las matemáticas y la filosofía.

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