El desperdicio de alimentos es un grave e ignorado problema, fue a partir del 2011 que el mundo lo tomo en cuenta y las estimaciones señalan que se desperdicia aproximadamente ⅓ del alimento que se produce en todo el mundo, para el 2018 se desperdiciaron 1300 millones de toneladas alimentos vs los 821 millones de personas que padecen hambre.
En primera instancia podríamos pensar que es cosa de países ricos pues ¿quien puede darse el lujo de tirar comida? La FAO señala que Latinoamerica y el caribe desperdicia al año 127 millones de toneladas de alimentos, (348.000 toneladas diarias, o 223 grs por persona y por día), equivalentes a US$ 97 billones de pérdidas de alimentos, 322 millones de toneladas de dióxido de carbono generados, el consumo 250 km3 de agua.

Se le llama pérdida alimentaria a que los alimentos pierdan su calidad y o que ya no son seguros para consumo esto puede ser provocado por que no se cuentan con la tecnología o las medidas de inocuidad necesarias a fin de que el alimento se conserve integro.
Por otro lado al referirnos a desperdicio alimentario se habla de los alimentos que son descartados o se les da un uso alternativo (no alimentario) aunque son seguros y nutritivos para el consumo humano. Este se produce por que los productos frescos como las verduras no cumplen con los estándares comerciales como tamaño, color o forma, porque se tiran alimentos que están cercanos a su fecha de consumo preferente o porque terminamos tirando la sobras en casas y restaurantes. En resumen, el desperdicio se produce por decisiones humanas.
En cuanto a lo económico se estima que el costo del desecho de alimentos es mayor la PIB de países como Argentina, una superficie mayor a Canadá y la India es utilizada anualmente para producir alimentos que no se consumen, si el desperdicio alimentario fuera un país tuviera el 3er lugar en emisiones de dióxido de carbono, si desperdiciar alimentos contamina más que usar el carro.

Si se logrará reducir el desperdicio alimentario para el 2030 habríamos alcanzado como humanidad una «triple victoria» 1) aumentar la seguridad alimentaria; 2) reducir la dependencia en los recursos hídricos, terrestres y climáticos, y 3) mejorar los ingresos de los productores y de las empresas agropecuarias. Según se mencionó en el IV Diálogo Regional de América Latina y el Caribe sobre Pérdidas y Desperdicio de Alimentos.
Por lo las acciones individuales puede contribuir a reducirlo, entre las medidas sugeridas para ser un consumidor responsable están: comprar solo lo necesario, reutilizar las sobras, revisar el refrigerador antes de hacer compras, primeras entradas primeras salidas, comprar las frutas deformes o descoloridas, congelar la comida y finalmente separar los residuos orgánicos y compostarlos.