Obesidad infantil: complicaciones y factores de desarrollo

El ser humano es el resultado de una evolución biológica de miles de años. Pero, ¿qué hay de la obesidad? ¿Desde hace cuánto existe?. Los antropólogos han encontrado esculturas de tamaño pequeño llamadas Venus, que son estructuras de piedra caliza de aproximadamente veinticinco mil años. La más conocida es la de Willendorf, Australia. Estas estructuras representan al cuerpo femenino con exceso adiposo, asegurándonos así la existencia de la obesidad desde los albores de la humanidad.

Venus de Willendorf
Museo de Historia Natural de Viena

Los Griegos, por ejemplo, ya tenían una idea clara sobre que la obesidad es dañina para la salud. Hipócrates decía que: “Los que por naturaleza son muy obesos y crasos, están a una muerte pronta. Más expuestos que los flacos”.

Respecto a las mujeres escribe: “Las hembras voluminosas y excesivamente gruesas no concibe: la gordura las obstruye, tapa y cierra el orificio uterino, y hasta que no se enflaquezcan es difícil que conciban. Atestigua la experiencia que el aumento muchas veces la boca cierra, y las tubas de Falopio de mucha pinguedo llenas causan estirilidad en las mujeres obesas”.

Vivimos una época en la que la obesidad es la enfermedad nutricional más común del mundo. Esta enfermedad afecta principalmente a los niños que, inocentemente, se encuentran inmersos en la dependencia tecnológica y los malos hábitos nutricionales.

La obesidad infantil es una condición que se origina por la falta de actividad física y provoca enfermedades metabólicas durante la infancia. Esta enfermedad está asociada con el aumento de riesgo cardiovascular, hiperinsulinemia, hipertensión arterial y con demás alteraciones del perfil lipídico de la sangre.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la obesidad como la acumulación anormal o excesiva de grasa que puede perjudicar la salud.

Problemas de salud acarreados por la obesidad en la niñez y la obesidad infantil como causal de enfermedades en la infancia

Según la Organización Mundial de la Salud la causa fundamental del sobrepeso y la obesidad infantiles es el desequilibrio entre la ingesta calórica y el gasto calórico.

Tan solo en 2016 había en el mundo 50 millones de niñas y adolescentes y 74 millones de niños y adolescentes con obesidad.

De acuerdo con Ponce López y otros (2015), la aparición de enfermedades metabólicas y complicaciones a la salud en la niñez es producto de una vida sedentaria.

Argumentan que “la obesidad juega un papel importante en el síndrome de resistencia a la insulina, que incluye hiperinsulinemia, hipertensión, dislipidemia, diabetes mellitus tipo 2 y, por sobre todas las cosas, un riesgo incrementado a enfermedades cardiovasculares”.

Por otra parte, Saldívar Cerón y otros (2015) consideran que la aparición de pie plano está asociada con el sobrepeso y obesidad en infantes. Resaltan que la obesidad vuelve inaccesible el abandono del sedentarismo, por lo que los niños sobrepeso aumentan considerablemente estas cualidades anatómicas.

Mencionan que: “Dentro de las modificaciones anatomofuncionales causadas por la obesidad destaca el pie plano”. Y agregan que: “la obesidad provoca un círculo vicioso en el que la plantalgia dificulta abandonar el sedentarismo”.

Ponce López y Saldívar Cerón, junto con sus respectivos equipos, coinciden en que la obesidad está asociada con la aparición de complicaciones en la salud en escolares y se ve aumentada por la vida sedentaria que los infantes adoptan, multiplicando las posibilidades de adquirir complicaciones anatomofuncionales.

La obesidad en México, y en el mundo, es un problema tan alarmante que debemos considerar su aniquilación como prioridad gubernamental y social. Durante las últimas décadas ha tenido presencia en niños y, por esta razón, ha incrementado la aparición de enfermedades cardiovasculares a edades tempranas en la sociedad.

Antes de continuar me gustaría agregar que la obesidad infantil, como causal de enfermedades en la infancia, es compleja y multifactorial, por lo que no se puede tratar desde un solo punto de vista. Se debe abordar tanto la parte cultura y social, como por la parte genética y ambiental.

Cigarroa, Sarqui y Zapata-Lamana (2016) afirman que existe una relación entre el padecimiento de obesidad y una inapropiada evolución psicomotora en la niñez. Es por esto que la presencia de obesidad en niños aumenta el riesgo de enfermedad coronaria.

Escriben: “En general, lo niños obesos y con sobrepeso se cansan más rápido, ejecutan y presentan una competencia motriz inferior a la esperada para su edad”.

Por otra parte, Sánchez Arenas y Ruiz Martínez (2015) dicen que existe una relación entre obesidad y la autoestima de los infantes, la cual trae un incremento de problemas biopsicosociales y, así, el sedentarismo. Por esta razón se originan enfermedades cardiovasculares, principalmente.

Sostienen que: “El evidente incremento en la masa corporal que acompaña a la obesidad genera malestar, lo que llega a disminuir o limitar el desarrollo de ciertas actividades (deportivas y sociales); además los niños con obesidad tienden a presentar baja autoestima, depresión, ansiedad, problemas de conducta, trastornos alimentarios y a ser objeto de discriminación social”.

Cigarroa Sarqui, Zapata-Lamana, Sánchez Arenas y Ruiz Martínez coinciden al afirmar que la obesidad infantil genera un detrimento en el buen desarrollo psicomotor y biopsicosocial en infantes. Paralelamente convergen en que el sedentarismo, generado por los trastornos biopsicosociales, es el obstáculo principal a enfrentar para abandonar la obesidad.

Esta epidemia global repercute directamente en la autoestima y en la autopersepción corporal de las personas con sobrepeso.

Es importante destacar que las oportunidades reducidas de tener una alimentación saludable afectan de manera importante a los niños. Sumemos el incremento en la inactividad y aislamiento en momentos de juego, lo cual afecta las aptitudes físicas y potencian el aumento de gordura en niños. Creando así un sistema de retroalimentación positivo en el cual se imposibilita la curación de la enfermedad en función del tiempo. Es decir, entre más tiempo pase el enfermo con conductas poco salutíferas, se resta la posibilidad de una curación temprana y adecuada.

Respecto a esto, Cigarroa, Sarqui y Zapata-Lamana (2016) argumentan que: “La pobre interacción con medios ambientes naturales y la restricción de movimiento desde edades cada vez más tempranas, conlleva a una pobre ejecución de propuestas motrices necesarias para un correcto desarrollo psicomotor. Como resultado, estos niños no presentan las competencias motrices necesarias durante los momentos de juego, esto los llevará a ser rechazados en los momentos de juego y a ocupar los tiempos libres en actividades que promueven el sedentarismo y aún más a la obesidad”.

Para solucionar esta problemática, Ponce López y su equipo sugieren que: “Educar a los más niños y adolescentes en la necesidad de tener una vida activa, con ejercicio moderado y actividades al aire libre, a la vez que se reduzcan las horas dedicadas a actividades pasivas, puede ser un buen método para ayudarles a convertirse en adultos sanos”.

La obesidad es una enfermedad que se ha multiplicado por 10 en las últimas décadas. Es necesario la implementación de medidas de prevención secundaria en la población y así evitar complicaciones a mediano y largo plazo que afecten la vida de los individuos.

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