Los pigmentos que se han utilizado a lo largo de la historia se han extraídos de diversos animales, vegetales y minerales. Muchos pigmentos se producían naturalmente en cantidades escasas, como el caso de los púrpuras e índigos, haciendo que su costo fuera elevado y se reservara su uso solamente para las altas esferas de la sociedad.
Por ello, cuando en la conquista de américa se descubrió un pigmento azul que era fácilmente extraído de una planta (solo los asiáticos ya lo producían), este proceso se conservó y extendió durante las colonias -a diferencia de otras faenas culturales- volviéndolo una parte importante de la economía del nuevo continente. No obstante -y desafortunadamente, debo añadir,- en la actualidad también corre el riesgo de desaparecer debido al desarrollo de la industria de los pigmentos sintéticos.
«Oro azul» es otra forma de llamarle al xiquilite (jiuhquilitl), la planta milenaria de la cual se obtiene la pasta azul conocida como añil a través de un proceso que no tiene poco de científico:

- Sembrar la especie Indigofera tinctoria o I. suffruticosa durante marzo, preferentemente en las regiones entre los trópicos a 5 cm de profundidad. La planta requiere de un clima cálido y húmedo para su crecimiento e incluso el calor de la tierra facilita su germinación.
- Para finales de junio o julio que comience a florear, recolectar solo la hoja para poder seguir usando la planta por hasta 5 años más obteniendo tinte de buena calidad.
- A gran escala en piletas o en menor escala en cualquier recipiente, dejar las hojas en agua totalmente sumergidas de 12 a 15 horas hasta que se vuelva de color azul verdoso. Aquí el compuesto conocido como indicano se liberará en el agua gracias a su naturaleza polar. El indicano es un glucósido, por lo que los microorganismos pueden alimentarse del mismo dejando libres moléculas de indoxilo en el agua.

- Retirar las hojas o, por el contrario se puede filtrar solo el líquido. La sustancia de interés ya se encuentra diluida en el agua, así que las hojas se pueden desechar sin ningún problema.
- Batir el agua (en el proceso tradicional se hace dentro de la misma pileta por hasta 6 horas continuas) hasta que el agua se torne negra. Este tiempo permite que la fermentación del indicano pueda terminarse y posteriormente el indoxilo se oxide con ayuda del aire formando índigo (o indigotina), la molécula de color azul.
- El siguiente paso consiste en precipitar el índigo añadiendo y mezclando en el agua batida un cuajo. El cuajo usado aquí no es el mismo utilizado en la industria láctea y más bien consiste de una mezcla de plantas, semillas o frutos que por su alto pH hace que el indigo deje de estar soluble en el agua y caiga al fondo del recipiente con otras sustancias formando la pasta del añil.
- Dejar reposar el líquido para que se forme completamente la pasta oscura en el fondo y el agua se vuelva transparente de nuevo. El uso del cuajo tradicional puede ser sustituido por agua de cal o cualquier otra sustancia alcalina y la cantidad a añadir varía dependiendo de cómo afecte el pH de la mezcla, lo cual también afecta en la velocidad del precipitado.
- Retirar el agua del recipiente por decantación y exprimir la pasta oscura con una tela o una prensa. Finalmente dejar secar hasta formar una piedra color azul oscuro que pueda deshacerse en polvo.

Este polvo azul oscuro contiene el indigo entre otras sustancias vegetales que en teoría no lo hacen más o menos inocuo a la salud que el índigo sintético. Sin embargo, el proceso tradicional para producir este pigmento es libre de residuos no biodegradables.
El rendimiento y velocidad de los procesos industriales han hecho que los pigmentos de origen natural estén en desuso y en México el añil de xiquilite sea producido apenas por pocas familias en Oaxaca cuyo cliente único es un museo textil de la región.