Los alimentos se han visto envueltos en una tendencia de hacerlos de color negro con carbón activado donde, además de cambiarlos de color, le atribuyen supuestos beneficios, pero, ¿eué tan reales son? ¿existe algún tipo de precaución?
El carbón activo es un polvo de estructura porosa, que le confiere una alta capacidad de adsorción, lo que lleva a denominarlo como la sustancia adsorbente por excelencia. Se obtiene de diversas fuentes como es: cáscaras de nueces y coco, huesos de frutas, algas, cereales, entre otros.
Para activar el carbón existen dos procesos: Física, donde se somete a temperaturas de 400-1000°C con limitantes de flujo de aire, posteriormente se expone a una atmósfera oxidante; Química, el carbón se impregna con un agente químico (ácido fosfórico o cloruro de zinc) y se calienta a 500-700°C, posterior se lava para eliminar residuos.

Entre las primeras propiedades descritas para el carbón activado se encuentran la eliminación de olores, decolorizante, filtración de agua y vapores. En el área medica se utiliza, principalmente, para el tratamiento de las intoxicaciones agudas por medicamentos o productos tóxicos. A pesar que no exista suficiente evidencia científica, también se ha observado de manera preliminar que funciona para la disminución del flujo biliar del hígado, gases, niveles de potasio en la sangre, además de ayudar en la indigestión y la cicatrización de las heridas.
En la comida
En la actualidad se ha puesto de moda el carbón activado. Lo vemos desde en cremas faciales, pasta de dientes, llegando hasta en la comida. Principalmente por el color negro que toma el alimento, asimismo por tendencia en la comida ¨saludable¨ como un ingrediente purificador, antienvejecimiento, etc., que utilizan algunas propiedades del carbón activo para atribuirle todo tipos de beneficios.

En tanto al sabor no hay un cambio, solo una sensación terrosa. Inclusive en algunos alimentos se les añade saborizantes o esencias para añadir sabor.
¿Preocupación por su uso?
La biblioteca nacional de medicina de Estados Unidos de América, califica al carbón activado como probablemente seguro para ser ingerido o aplicado en la piel, en adultos y a corto plazo.

Como efectos secundarios están el estreñimiento, heces de color negro, náuseas, vómitos, dolor de cabeza y en casos más graves (poco frecuentes) encontramos desaceleración o bloqueo del tracto intestinal, regurgitación en pulmones y deshidratación.
También hay recomendaciones para evitar su consumo cuando se combina con alcohol, anticonceptivos, jarabes de ipecacuana y medicamentos tomados por vía oral. Y en alimentos pudiera hacer más difícil la adsorción de micronutrientes.
Entonces, ¿hay un beneficio?
El carbón activado se ha visto que es bueno en temas de absorción, pero no en la selección, por lo que el consumo de algún nutriente por medio de los alimentos se vería afectado por la misma absorción del carbón. Y, aún más importante, no sabemos que afecciones tenga sobre la microbiota intestinal. El abuso de su consumo, pudiera traer algún efecto secundario ya antes mencionado.

Además, no hay suficiente evidencia científica para comprobar todos los beneficios que se le atribuyen, como lo es: mejorar la función del hígado, desintoxicación especifica de ¨moléculas dañinas¨, reducción de peso (al ayudar en la indigestión pudiera atribuirse la cualidad de reducir el peso). Aunque hay que tener en cuenta que el carbón no ingresa en el organismo (sangre, células, etc.), en cambio pasa por los intestinos para ser desecho.
En conclusión, el consumir de una manera esporádica algún alimento que tenga carbón activado no provocará algún déficit, pero se recomienda no utilizarlo de manera habitual, sobre todo si se sigue algún tratamiento con medicamentos.