Y el perro le sigue ladrando a la luna: A 30 años de Anaversa

Aquel que no conoce la historia está condenado a repetirla.

Napoleón Bonaparte

A ti, mi estimado lector, ¿qué te viene a la mente cuando te hablan de Córdoba, Veracruz? Es probable que la relaciones con el café, con la mulata de Córdoba o con los tratados de Córdoba (un célebre documento que marcó un hito en la Independencia de México). Quizá otra fecha sería la ocasión perfecta para hablar de esos temas. Sin embrago, la nota de hoy es sobre un evento fatal poco conocido, pero que dejó un amargo recuerdo en todos los afectados: el desastre de Anaversa.

En 2021 se cumplen 30 años de esta negligencia y las autoridades locales no han tomado cartas en el asunto para tratar de remediar el daño que este accidente causó a los habitantes de la ciudad. Tampoco se ha hecho nada por sancionar a los responsables de esta atrocidad, cuyos efectos aún están presentes.

El desastre industrial de Anaversa es catalogado entre los expertos de toxicología ambiental como uno de los más graves de este tipo en América Latina por los daños ecológicos y a la salud que causó. Es ampliamente comparada con otros desastres industriales como los de Bhopal, en India y el de Seveso, en Italia.

A diferencia de esos eventos, al de Córdoba no le han dado la cobertura mediática que amerita para que al menos se reconozca a las víctimas que sufrieron las consecuencias. Por esta razón, como habitante de esta hermosa ciudad, siento la responsabilidad moral de hacer que este tema llegue a más personas.

El holocausto silencioso

En la mañana del día 3 de mayo de 1991 todo parecía indicar que los cordobeses del barrio de la estación tendrían un día común y corriente. Sin embargo, estaba por ocurrir una serie de eventos desastrosos para los que nadie estaba preparado.

En esta ciudad operaba desde 1962 una formuladora de plaguicidas, Agricultura Nacional de Veracruz S.A. de C.V. (Anaversa), hoy conocida como El Dragón, donde se producían cinco plaguicidas:

Además de los productos antes mencionados, en las paredes del establecimiento un anuncio ofrecía más de 20 productos que ahí se almacenaban y vendían. Resulta algo extraño que esta industria estuviera situada en una zona de gran afluencia, pues esto era muy peligroso; en los alrededores se encontraban casas, gasolineras, una iglesia y algunos comercios.

El inicio del caos

Siendo aproximadamente las 13:20 h, en Anaversa se originó un incendio provocado por una chispa de la banda de sellado de las botellas. Esto produjo una nube de humo tóxica que cubrió gran parte de la ciudad con dioxinas y furanos. Además, se derramaron plaguicidas organoclorados y órganofosforados en las cuadras aledañas al establecimiento. Ese día se intoxicaron al menos 300 personas, entre ellas 5 bomberos cuya intoxicación fue grave.

Los bomberos, al carecer de los recursos necesarios, trataron de sofocar el incendio con agua. Estas acciones evitaron que se incendiara un tanque de 70 000 litros de Xilol, un disolvente altamente corrosivo y volátil. Por desgracia, los compuestos derramados reaccionaron de manera más intensa en contacto con el agua, así que escaparon por el alcantarillado que desemboca en los arroyos La Sidra, El Tepachero y Las Conchitas, afluentes al Río Blanco.

La combustión de estas sustancias consumió 18 000 litros de Paratión metílico, 800 litros de Paraquat, 1 500 litros de Pentaclorofenol y 3 000 litros de ácido 2,4-D. Se sabe que la contaminación inició antes, pues la fábrica operaba sin tener los mecanismos necesarios para el control de emisiones de residuos peligrosos.

Todo esto se describe gracias a reportes oficiales, como el de la entonces diputada Rosalinda Huerta Rivadeneyra, quien levantó ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) la recomendación 99/ 1991, misma que puede consultarse en línea.

De acuerdo a una gaceta emitida por el Senado de la República, la Asociación de Afectados por ANAVERSA cuantificó una cifra de 1 639 personas que han muerto por cáncer debido a la exposición a estas sustancias agroquímicas.

En su momento, el incidente no fue de mucha importancia para las autoridades -como en Chernóbil– pues solo impusieron una sanción de 119 mil pesos a la empresa. Esta clase de acciones son las que gradualmente fueron generando rechazo por parte de los afectados, ya que muchos argumentan que no se le dio el seguimiento adecuado a sus casos y la empresa les hizo firmar un deslinde de responsabilidades a cambio de recibir una indemnización.

El Córdoba tóxico que nos tocó vivir

En su libro México Tóxico, Lilia Albert ejemplifica este acontecimiento como un problema asociado a la violación de los derechos humanos. La CNDH emitió una recomendación para que los secretarios de Salud y de Desarrollo Urbano y Ecología investigaran si la empresa contaba con las licencias válidas de salud y ambiente que habían sido renovadas poco antes del desastre, aun con sus malas prácticas. A pesar de todo, la recomendación nunca se cumplió y bastó con el cambio de administración federal para que el asunto se olvidara por completo.

Imagen 1: Así es como luce actualmente el predio en donde se ubicaba Anaversa. Fuente : El Sol de México

El ahora y siempre

Todo lo relatado hasta ahora siembra un oscuro panorama que podría perdurar por generaciones. Además de las personas que desarrollaron enfermedades como diabetes, problemas renales y del corazón, se hace énfasis en el número de víctimas de cáncer, entre los que destacan los de tejidos blandos como los de testículo, mama, cuello, riñón y cerebro. Según la opinión de expertos, la mezcla de todas las sustancias derramadas podría generar la aparición de más enfermedades extrañas que pueden seguir hasta por cuatro generaciones.

Como si no fuera suficiente la monstruosa cantidad de muertos que este desastre ocasionó con el pasar de los años, oficialmente no se reconoció ningún afectado. En su momento solo se mencionaron los casos de intoxicación aguda ocurridos en ese fatídico día, pero pasaron al expediente sin ningún seguimiento.

El lugar donde se encontraba Anaversa está actualmente catalogado por la Secretaría de Recursos Naturales y Medio Ambiente (Semarnat) como un sitio contaminado. No obstante, se encuentra en venta, sin techo y no hay ninguna medida de prevención para evitar la dispersión de contaminantes.

Imagen 2: Anaversa no se olvida. Fuente: Internet

En febrero de 2018, el personal de la empresa ingresó ilegalmente al edificio para demoler lo que eran las oficinas y la planta formuladora. El día 25 de ese mismo mes el ayuntamiento clausuró el edificio, pero de forma tardía, pues la demolición ya se había llevado a cabo casi en su totalidad. Este es un ejemplo de las irregularidades en las que se ha incurrido con tal de usar la propiedad para construir.

Conmemoración y despedida

Como cada año, para conmemorar el 3 de mayo se realizan eventos de toda clase: desde pláticas y transmisiones de diversos especialistas que han hablado sobre el caso hasta misas en honor a aquellos que se han ido. Este año les fue otorgado un reconocimiento a los valientes bomberos que hicieron todo lo posible por apagar el incendio, aun a costa de su salud y de su vida.

Imagen 3: Programa que se llevó a cabo por los 30 años. Fuente : Facebook

Hice este escrito para que las personas que se encuentran en el exterior de la región en donde habito sepan sobre la calamidad que día a día consume a esta ciudad. Es una triste realidad que la injusticia se sienta a flor de piel y que no haga falta leer sobre otros desastres internacionales para sentir impotencia por saber que no se hace nada al respecto.

Como el documental al principio de esta publicación nos dice: somos como el perro que ladra a la luna. No nos hacen caso, pero mientras existan las herramientas necesarias para difundir esta llamada de auxilio, esto no quedará en el olvido.

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