Cuenta la leyenda maya, que el quetzal nació de los soplos de los dioses… Esta ave estuvo estrechamente ligada a las culturas mesoamericanas como símbolo de abundancia, fertilidad y vida. Así pues, los aztecas la asociaban con la deidad de Quetzalcóatl, representada por una serpiente emplumada, y los mayas con Kukulkán, cuyo nombre también se puede traducir como «serpiente emplumada». De este modo, es lógico pensar en alguna relación entre estas deidades, los sitios donde les rendían culto y, por ende, el quetzal.

Un fenómeno muy interesante toma lugar en el Templo de Kukulkán. Al aplaudir frente a la pirámide se escucha el canto de un quetzal, y no, no hay bocinas reproduciendo dicho sonido todo el tiempo, ¡es real!

Sé que necesitas escuchar para creer, y aquí están las pruebas:

Bien, ahora escucha al quetzal en su hábitat:

¡Absolutamente impresionante! ¿Los extraterrestres les habrán dicho cómo construir la pirámide? ¿Será casualidad, o es producto de todo un estudio para conseguirlo?

A la fecha, muy pocos científicos se han dado a la tarea de estudiar dicho tema, por lo que aún hay muchas dudas sin resolver. Sin embargo, sí podemos conocer, de manera general cómo sucede, para ello, primero debemos entender qué es el sonido.

El sonido es una onda generada por algún objeto vibrante, y es propagada a través de un medio, este puede ser aire, agua o cualquier material, la condición es que exista.

Pensemos en Slinky, el perro de Toy Story, el movimiento que hace su cuerpo es ondulatorio. Al dar un paso al frente, la primera parte del espiral tiende a jalar la región inmediata hacia ella, esta al ser perturbada, empujará el espiral contiguo, y así sucesivamente hasta haberse desplazado por completo. De esta manera, la onda viaja a través del espiral, el cual cumple la función de ser el medio que permite la propagación.

Similarmente, la onda sonora es generada por el aplauso, esta vibración desplazará del equilibrio a las partículas de aire, así, unas a las otras comenzarán a empujarse, hasta finalmente llegar a la pirámide. Para tener una mejor idea de cómo arribará la onda, será necesario hablar sobre el frente de onda.

Al lanzar una piedra a un estanque, se pueden observar una serie de circunferencias alejándose de la fuente que las causó, cada uno de estos círculos constituye un frente de onda de la onda que los originó.

En el caso particular del sonido, al propagarse en tres dimensiones, sus frentes de onda son esferas, es decir, es esparcido en todas las direcciones. De esta forma, el primer frente de onda en llegar a la pirámide, chocará con el primer escalón y será reflejado por el mismo, esto es, será rebotado con un ángulo igual al de incidencia, cumpliendo así con la Ley de Reflexión.

Ley de Reflexión: el ángulo de incidencia es igual al reflejado. Imagen: propia.

Análogamente, el segundo frente de onda llegará al siguiente escalón, para posteriormente ser devuelto, y así sucesivamente hasta cubrir toda la pirámide.

Debido a la forma de escalinata, habrá frentes de onda que, en su camino de regreso se encuentren con otros que apenas se dirigen hacia algún escalón, en otras palabras, los frentes de onda más externos llegarán primero a los escalones inferiores, y una fracción de segundo más tarde, los más internos llegarán a los superiores.

Así, la parte incidente interactuará con la reflejada y, dependiendo de la manera en la que se encuentren, se aniquilarán mutuamente o contribuirán a la generación del sonido. A este fenómeno se le conoce como «interferencia».

Por lo tanto, el sonido que llegará hasta tus oídos será la suma de todas estas interferencias constructivas.

Un punto que vale la pena debatir es la fuente del sonido, en este caso, es un aplauso pero, ¿qué pasaría si fuera otra? como un grito o el sonido de un tambor, ¿seguiríamos escuchando el quetzal?

El timbre, es una de las características del sonido, y es el responsable de que tu voz y la mía suenen distintas, o que al tocar la misma nota en una guitarra y un piano, los podamos diferenciar. En este sentido, el quetzal depende directamente, tanto de la fuente que lo provoca, como de las dimensiones de los escalones de la pirámide. Si hiciéramos vibrar cualquier otro objeto, lo más seguro es que el sonido resultante cambie, ¿qué tanto?, francamente no lo sé pero, ¡sería una excelente excusa para ir a Cancún!

Quizá al escuchar este fenómeno por primera vez te preguntaste, ¿por qué si se está emitiendo originalmente un aplauso, se recibe un sonido completamente diferente? ¿No deberíamos escucharlo nuevamente? ¿Como si fuera un eco?, es decir, cuando gritamos en una cueva, oímos exactamente lo mismo que gritamos, pero en forma de eco.

Si llegaste hasta aquí, no vayas a pensar que, lo anterior fue en vano, al contrario, ahora ya conoces una parte del proceso en la generación del sonido del quetzal, la cual corresponde al antes y el después, o sea, cuando los frentes de onda llegan a la pirámide y cuando son reflejados por esta para llegar a tus oídos. Sin embargo, una de las cuestiones sin resolver es, ¿Qué sucede en el momento preciso en el que la onda choca con los escalones? ¿Por qué razón física obtenemos otro sonido a pesar de que, la onda sigue siendo la misma?

Curiosamente, el mismo fenómeno ha sido registrado en otros templos, los cuales tenían relación con esta ave: en el Templo de Quetzalcóatl, en Teotihuacan, Cd. de México; en La Gran Pirámide de Cholula, Puebla; en el Templo del Gran Jaguar, en Tikal, Guatemala y en la Pirámide del Adivino, en Uxmal, Yucatán. Son muchas coincidencias, ¿no lo crees?