“El inconcebible universo. Sueños de unidad” de José Gordon – Reseña

Portada - José Gordon

Presentación en la FIL 2017: Pepe, sus amigos, su amor por el arte y la ciencia

En el marco de la XXXI Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el jueves 30 de noviembre de 2017, José Gordon, acompañado de Diego Rabasa (editor), Gabriela Frías (colega) y Miguel Alcubierre (físico), presentó su libro El inconcebible universo. Sueños de unidad. Quienes lo acompañaban en la mesa eran sus amigos; para ellos no era José, era Pepe. «Nos acerca a la ciencia como poesía. Más que entender conceptos, sentir la ciencia en la piel», dijo uno de ellos al describir la obra. Alguien más habló del «deseo de entender, a través de ventanas diferentes, el mundo que nos rodea», ese anhelo que da vida a este libro. Gordon, parafraseando a Blaise Pascal, se definió como «una cañita pensante que intenta entender el universo, sondear por qué existimos».

Ser uno con Borges, Gordon y el universo (la reseña)

La historia comienza con un pequeñito llamado Jorge Luis Borges, quien juega con los cubos de Hinton, intentando visualizar el escurridizo espacio cuatridimensional. De repente, al «armar un poliedro que se asemeja a una esfera», este niño descubre: «un punto que, como en un holograma cósmico, contiene todos los puntos del universo» (p. 18). Décadas más tarde, ya adulto, el escritor argentino realmente escribiría un cuento donde a ese punto daría el nombre de Aleph, «objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo» («El Aleph»).

Y así avanza la historia que nos cuenta José Gordon en este singular ensayo poético, complementando el cuento borgiano con otras visiones unificadoras del universo, donde arte y ciencia convergen naturalmente y por fin exponen la tan buscada y sospechada unidad. Pero la narración está a cargo de una voz que es la del pequeño Borges que conocimos al inicio del relato, y de Gordon y tuya y mía también, pues en esa feliz unidad «se entrelazaban mis neuronas, tus recuerdos y una marea encendida por la imaginación, que proyectaba el anhelo de retenerlo todo, de entender» (p. 163).

Los sueños de unidad se vuelven reales cuando José Gordon tiende puentes entre ciencia y arte, cuando nos demuestra la hermandad que existe entre: los cronopios de Julio Cortázar y la Interpretación de Muchos Mundos de la Mecánica Cuántica; la piedra de Rosetta y la correspondencia holográfica de Juan Martín Maldacena; Los hermanos Karamázov y la (im)posibilidad de percibir dimensiones no euclidianos; el novelista Amos Oz y el físico Albert Einstein; la Teoría General de la Relatividad y el mural Guernica; el gato de Cheshire y la Teoría de Cuerdas; el bosón de Higgs y La divina comedia; la neurociencia y La invención de Morel

El contenido por sí solo es hermoso, pero también lo es el libro como objeto. La edición estuvo a cargo de Sexto Piso. Al inicio de cada uno de los 31 capítulos, encontramos ilustraciones de Patricio Betteo, representaciones que nos abren una ventana más a los temas tratados por Gordon. Esparcidos en las páginas, hay códigos QR que nos permiten «explorar breves fragmentos de video que nos traerán la voz y la presencia de algunos de los protagonistas» del relato de Gordon. Al final del libro, entre otras cosas, hay un glosario, un índice onomástico y un prometedor «túnel de papel hacia otras dimensiones».

Aprender a comunicar la ciencia (o cómo es ser aprendiz de José Gordon)

En 2016 tomé en línea un curso sobre cómo escribir ciencia para el público en general. Uno de los ponentes era José Gordon, quien, en tan sólo dos sesiones, fue capaz de contagiarnos a todos los asistentes (virtuales y presenciales) su amor y curiosidad por la ciencia y el arte, el conocimiento y la belleza, lo abstracto de una teoría o un poema y lo tangible del descubrimiento de las ondas gravitacionales o  la emoción de leer a Borges; más aún, nos dio valiosos consejos para hermanarlos. Este soñador de inconcebibles universos nos exhortó a jugar oportunamente con nuestros mapas mentales sobre ciencia y arte, a hacerlos complementarios siempre que sea pertinente; en suma, a sacar provecho de esa hermosa capacidad que tanto el arte como la ciencia tienen para nombrar con precisión, a fin de lograr descubrir el mundo que nos rodea y descifrarlo.

José Gordon y la divulgación científico-cultural

Si quieres saber más sobre el trabajo de divulgación que hace este novelista, ensayista y traductor mexicano, te recomiendo: Imaginantes, La Oveja Eléctrica y La Hora Elástica.

Deja un comentario