El bioterrorismo y el uso potencial de armas biológicas se ha convertido en una preocupación importante de los gobiernos y autoridades competentes, el inicio de la toma de medidas encaminadas a prevenir y responder ante amenazas y actos bioterroristas, acciones que, en su conjunto, se conocen como biodefensa.
La diseminación intencionada de microorganismos patógenos, o de sustancias de origen biológico, para producir daños económicos y/o sanitarios al causar la muerte o la enfermedad en seres humanos, animales o plantas, o sencillamente con la única finalidad de provocar pánico en la población, es una posibilidad que está generando una creciente preocupación en los últimos años[1].

Paralelamente, las autoridades sanitarias de un gran número de países han puesto en marcha programas de vigilancia epidemiológica y respuesta frente a las enfermedades infecciosas emergentes, ya sea su aparición debida a mecanismos naturales o por dispersión intencionada del agente causal.
Los esfuerzos gubernamentales para incrementar el nivel de preparación de un país frente a los posibles ataques bioterroristas, además de apoyarse en un sistema de comunicación fluido y eficiente, deberían sostenerse en tres pilares básicos: a) creación o mejora de las redes de vigilancia epidemiológica que posibiliten la rápida detección de brotes; b) potenciación de la atención primaria, creando la infraestructura y los programas adecuados que posibiliten la atención médica, aislamiento, administración de vacunas, profilaxis o medicamentos de forma masiva, en caso de que sea necesario, y formando al médico de atención primaria, que sería el primer eslabón de la cadena en afrontar casos de infección debidos a ataques bioterroristas, y c) establecimiento de un diagnóstico microbiológico rápido y sensible, acelerando la investigación y el desarrollo de sistemas de diagnóstico precoz, así como promoviendo una red de laboratorios donde se puedan manipular con total seguridad los principales microorganismos con más posibilidades de ser utilizados con fines bioterroristas[2].

Los sistemas de vigilancia son herramientas fundamentales en el ámbito de la salud pública de un país. Cuando se trata de detectar un ataque bioterrorista estos sistemas deben ser sensibles y específicos para identificar los agentes implicados y deben analizar los datos e informar en un tiempo breve. Debe existir, además, un plan de coordinación que abarque de manera integrada todo el Sistema de Salud Pública a nivel local, de comunidades autónomas y de instituciones centrales.
En general, la vigilancia debe basarse en la detección de fenómenos no habituales, ya sea la aparición de determinados síndromes o un aumento en la morbimortalidad o en el consumo de determinados fármacos. Esta vigilancia debe realizarse de manera comparativa en el tiempo y en el espacio, debe emplear todos los medios informáticos disponibles e integrar todos los sistemas de alerta epidemiológica existentes en el país.
Por: Aldo Galindo/ Redacción Solo es ciencia
Referencias
[1] José Buitrago Sernaa, Inmaculada Casas Flecha. (2005)Biodefense: a new challenge for microbiology and public health.
[2]Biological and chemical terrorism: strategic plan for preparedness and response(2000).