‘The meg’: el rey de los mares

El megalodón está de regreso, pero no para atormentar las profundidades, ahora es el protagonista de la nueva cinta que lleva su nombre y nos deja en claro quién era el rey de los mares, pues nos muestra un poco de acción mediante imágenes generadas por computadora, dándonos así una idea de lo que este escualo fue capaz de hacer durante su reinado.

Era la bestia más impresionante y agresiva de los mares de la cual se tenga conocimiento. Imponía la ley con su gran tamaño, de aproximadamente 17 metros de largo, y un peso equivalente a cuatro Tyrannosaurus rex. Asesinaba y se alimentaba de todo aquello que se le atravesara, era el autentico ángel de la muerte bajo el agua; acechaba a sus presas y las despedazaba hasta que no quedaba nada de ellas. Una verdadera máquina de matar, no había rival capaz de usurpar su trono.

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Carcharodon carcharias (el gran tiburón blanco), el pariente más cercano del Carcharodon megalodon. Imagen: stmed.net.

La fuerza de su mordida

Como era el mayor depredador prehistórico por excelencia, podemos deducir, su mordida era mortal para cualquiera que estuviera frente a él. Sus dientes, de 18 centímetros y bordes aserrados, de aspecto triangular y robustos por naturaleza, son los más grandes conocidos por el hombre. Una mandíbula con aproximadamente 276 dientes distribuidos en 5 hileras a todo lo largo y ancho de su mandíbula, que además podía llegar a medir aproximadamente 2 metros.

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Reconstrucción total de una dentadura de Carcharodon megalodon. Imagen: www.yelp.com.

La fuerza de su dentadura no tenía comparación. En 2008 un equipo de científicos dirigidos por Stephen Wroe llevó a cabo un experimento para estimar la fuerza de la mordida del megalodón; los resultados indicaron que su mordida era una de las más fuertes en todo el reino animal: la de un Carcharodon megalodon de 15.9 metros tenía una fuerza de 108.514 newtons; mientras que un espécimen de 20.3 metros sería capaz de morder con una fuerza estimada de 182.201 newtons.

La capacidad de mordida de uno de estos reyes de los mares era 28 veces mayor en comparación con la del pez Dunkleosteus, era 10 veces mayor que la del gran tiburón blanco, aproximadamente 5 veces mayor ante la del Tyrannosaurus rex, y también mayor que la del Pliosaurus funkei.

Según Wroe y sus colegas, estos resultados no son del todo determinantes, pues se especula que cuando un tiburón muerde su cola se mueve de lado a lado, aumentando así la fuerza de su mordida. Entonces, quizás la fuerza que poseía el gran Carcharodon megalodon era aún mayor y podría incluso dejar atrás a todos los depredadores hasta la actualidad.

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Diente de megalodón que mide aproximadamente 18 centímetros de largo. Imagen: goodheartextremescience.wordpress.com.

¿Cómo era el rey de las profundidades?

Debido a la falta de esqueletos fósiles del Carcharodon megalodon, es muy difícil determinar su aspecto físico real, pero los científicos investigadores tomaron como base un principio fundamental de la paleontología para recrear su apariencia: «el presente es la clave para descubrir el pasado».

Basándose en lo anterior, paleontólogos han tenido que tomar como referencia morfológica la estructura ósea y parte del aspecto del gran tiburón blanco, lo que dio como resultado la apariencia de un Carcharondon carcharias o tiburón blanco de un enorme tamaño, todavía más agresivo y despiadado.

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Imagen generada por computadora de la apariencia del Carcharodon megalodon. Imagen: DevianArt.

Según señalan los investigadores, el Carcharodon megalodon tenía una apariencia más robusta, lo que permitiría reflejar de manera funcional su mandíbula y su dentadura, más toscas y poderosas que las del gran tiburón blanco. Sus aletas, más grandes y gruesas, debido a su gran tamaño, son un aspecto clave en la propulsión y el control de movimiento en un tiburón de grandes proporciones.

Y, debido a su gran tamaño, el número de vértebras poseídas por este gigante de los mares era mayor en comparación con cualquier otra especie de tiburón conocida. El gran tiburón blanco es el único que se acercara a dicho número de vértebras, lo que hace aún más notorio el vínculo entre estos dos escualos. Esto se descubrió mediante el estudio de las vértebras halladas en Bélgica.

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El gran tiburón blanco fue tomado como base para determinar la morfología del extinto Carcharodon megalodon. Imagen: stmed.net.

Las primeras estimaciones de su tamaño y peso estuvieron a cargo del profesor Bashford Dean en 1909, dichos resultados daban como veredicto un tiburón de unos 30 metros de largo; también dejaron al descubierto los primeros errores al calcular el tamaño de dicho animal con base en un solo rasgo en particular. La mandíbula fabricada por Dean estaba formada únicamente por dientes del mismo tamaño, lo que dio como resultado esa estimación errónea.

Los dientes difieren de tamaño a lo largo de toda la mandíbula, una vez corregido este error, se dio por sentado que el rey de los mares podía llegar a medir entre 17 y 20 metros, con un peso máximo de unas 50 toneladas. Es decir, un megalodón fácilmente superaría, y por mucho, al tiburón ballena, cuyo peso va de las 9 a las 20 toneladas y sus medidas varían entre 5 y 10 metros.

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Primera reconstrucción de la mandíbula del Carcharodon megalodon, a cargo de Bashford Dean (1909). Imagen: Wikipedia.

Ahora bien, la primera reconstrucción acertada de la mandíbula del megalodón la realizaron el profesor Michael Gottfried y sus colaboradores en 1996, a través de la reconstrucción del esqueleto completo de un espécimen juvenil del Carcharodon megalodon cuya longitud era de 11.5 metros y es exhibido hoy día en el Museo Marino Calvert en las Islas Salomón (Maryland, Estados Unidos).

Las diferentes proporciones al comparar el esqueleto del Carcharodon megalodon y el del Carcharodon carcharias se basan en los mismos patrones genéticos de crecimiento, aseguran el equipo de colaboradores y Gottfried; lo que aporta más evidencia al hecho de que estos dos escualos son parientes cercanos.

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Imagen comparativa del Carcharodon megalodon con su pariente más cercano, el Carcharodon carcharias. Imagen: www.taringa.net.

¿De dónde salió?

En la época del Renacimiento era posible encontrar formaciones rocosas, denominadas «lenguas petrificadas» (glossopetrae, en latín), cuyo origen fue adjudicado a reptiles como serpientes y dragones mitológicos. Dichas formaciones rocosas llamaron la atención de Nicolás Esteno, naturalista de origen danés, quien atribuyó a dichas formaciones rocosas un origen fósil; y, gracias a la comparación de las «lenguas petrificadas» con dientes del Carcharodon carcharias, se descubrió que eran dientes de un tiburón muy grande. Así fue descubierto, en el año de 1667, el megalodón.

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Nicolás Esteno, naturalista suizo responsable del hallazgo de los dientes fósiles del Carcharodon megalodon. Imagen: SciHi Blog.

Pero Nicolás Esteno no recibió crédito por su hallazgo sino hasta 200 años después.
Y quien le dio el nombre con el que actualmente se conoce fue Louis Agassiz, un naturalista suizo, en su trabajo «Investigaciones sobre los peces fósiles (1835-1843)».

Se conocen fósiles del Carcharodon megalodon procedentes de diferentes partes del mundo, por citar algunos: Europa, América (norte y sur), Puerto Rico, Cuba, Jamaica, Australia, Nueva Zelanda, Japón, África, Malta, Granadinas, Islas Canarias e India. Algunos de los dientes del megalodón fueron descubiertos en zonas muy alejadas de los continentes, como la Fosa de las Marianas en el océano Pacífico.

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Fósil de un tiburón prehistórico. Imagen: Twitter.

Los restos más antiguos del Carcharodon megalodon fueron reportados de estratos del Glioceno tardío, es decir, datan de cerca de 28 millones de años atrás. Sin embargo, paleontólogos afirman que una fecha más acertada para el origen de la especie es entre el Mioceno medio y el Pleistoceno, hace unos 15.9 millones de años. Se da por sentado que el rey de los mares se extinguió en el final del Plioceno, muy probablemente hace unos 2.6 millones de años.

La muerte de un rey

Este es un tema que todavía no está bien definido por quienes revelan la historia. Aunque sí existen diferentes factores por los cuales este rey de los mares pudo haberse extinguido. Es pertinente exponer detalladamente algunas de estas razones.

El enfriamiento oceánico y la caída de los niveles del mar

La expansión de los glaciares durante el Plioceno retuvo grandes volúmenes de agua en forma de capas de hielo, lo que resultó en una significativa y poderosa razón para la caída de los niveles del mar. A consecuencia de esto, durante el Plioceno tardío y el Pleistoceno hubo varias edades del hielo, que enfriaron los océanos significativamente.

La principal razón propuesta hecha por la comunidad científica sobre la extinción del Carcharodon megalodon es el declive en las temperaturas de los océanos a escala global durante el Plioceno. Esta tendencia al enfriamiento creó un impacto de forma adversa para el megalodón, que prefería aguas cálidas, al parecer entre 12 y 27 °C. La especie vio un declive en su población, se volvió extremadamente rara hasta que llegó a la extinción durante el Pleistoceno.

No hay evidencias fósiles del Carcharodon megalodon en regiones alrededor del mundo donde la temperatura del agua había caído significativamente durante el Plioceno. Así y todo, estos cambios efectuados de forma natural alrededor del mundo pudieron haber limitado muchos de los sitios de aguas cálidas que servían de área para la crianza del megalodón, lo que habría obstaculizado el crecimiento de su población, pues las áreas de cría son esenciales para el mantenimiento de una especie.

Declive de las fuentes de alimento

Después del cierre del Istmo de Panamá, muchas especies de cetáceos vieron su fin; y muchas de las especies sobrevivientes desaparecieron de los trópicos. Los patrones de migración de las ballenas durante el Plioceno se han reconstruido a partir del registro fósil, que sugiere que muchas especies sobrevivientes mostraron una tendencia a dirigirse hacia las regiones polares.

Las elevadas temperaturas de las aguas durante el Plioceno impidieron al rey de los mares llegar a las regiones polares, lo cual ocasionó que las presas de mayor tamaño, las favoritas del rey de los mares, se desplazaran; por lo tanto, ya no era posible encontrar presas «dentro del rango» de gustos del Carcharodon megalodon. En suma, las migraciones disminuyeron la fuentes de alimentos en las regiones que este gigante habitaba durante el Plioceno.

Competencia ecológica con nuevas especies de depredadores

La aparición y ocupación a gran escala de los grandes delfínidos depredadores del género Orcinus, durante el Plioceno, probablemente llenó el vacío ecológico dejado a fines del Mioceno a raíz de la desaparición de los cachalotes superdepredadores.

Aunque no se trata de una interpretación con gran aceptación en la comunidad científica, algunos estudiosos indican que estos delfínidos pudieron haber superado a los últimos representantes de Carcharodon megalodon en la competencia ecológica, específicamente, pudieron haberlos destronado del nicho de depredador de escala superior.

Sin embargo, muchos expertos han hecho hincapié en el hecho de que factores como la tendencia al enfriamiento en los océanos y la disminución de presas durante el Plioceno pueden haber jugado un papel aún más significativo en el declive y la posterior extinción del rey de los mares.

Extinción: ¿casualidad, destino o error?

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Imagen alusiva a la mortalidad en el reino animal ocasionada a consecuencia de las acciones del ser humano. Imagen: everardoherrera.com.

Si bien es cierto la extinción de los dinosaurios en épocas prehistoricas se debió a efectos naturales, también es correcto afirmar que hoy en día muchas de las especies que habitan nuestro planeta se encuentran en un latente peligro de extinción debido a un único y conocido factor: la mano del hombre. Tal fenómeno da cabida a especular con la frase «el hombre verá su fin por su propia mano».

Según datos de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, en todo el mundo han desaparecido exactamente 834 especies de animales. En México, de acuerdo con datos publicados por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales en la Norma Oficial Mexicana 059, han sido extinguidas por la mano del hombre alrededor de 49. Pero, extraoficialmente hablando, se mencionan cifras de hasta 149 especies extinguidas; tales datos nos dicen que, desde la Revolución Industrial, en México la tasa de extinción ha aumentado 100%.

Día con día, científicos e investigadores trabajan sin descanso para hallar una solución al que probablemente sea el mal cuyas desastrosas consecuencias más afectan a la raza humana en la actualidad: el calentamiento global. Es de vital importancia entender que no se trata de un problema localizado o aislado, al contrario: todo fenómeno acontecido a consecuencia del calentamiento global pone seriamente en riesgo nuestra responsabilidad de dejar un legado de prosperidad y bienestar para las futuras generaciones.

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Las consecuencias que las acciones humanas tienen en la naturaleza son ahora las principales responsables de la extinción de diversas especies. Imagen: Pinterest.

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